CHIAN RAI, Tailandia.- Los niños y adolescentes rescatados tuvieron ayer un primer encuentro con sus padres y hermanos en el hospital. Tras más de dos semanas en casi completa oscuridad tienen que regresar con mucha lentitud a la vida cotidiana, porque podrían haber sufrido daños psicológicos derivados del terror y el encierro.
Las identidades de quienes salieron y quienes quedan no fueron divulgadas, pero en diferentes oportunidades los encargados revelaron que en un principio se decidió sacar a los más fuertes primero.
Passakorn Boonyalak, vicegobernador de Chiang Rai, donde se encuentra el complejo de cuevas Tham Luang, señaló el martes pasado que los más sanos y aptos serían rescatados en los primero contingentes, mientras que los otros debían “esperar hasta que estuvieran listos y fuertes”.
Ayer, los responsables volvieron a insistir en una conferencia de prensa en que “los que estén perfectos, los más fuertes” serían rescatados primero, señaló el periódico británico The Guardian.
La insistencia fue una sorpresa, ya que se especulaba con que los más débiles o los enfermos, si hubiera alguno, tendrían prioridad.
Lo cierto es que el método de rescate elegido para acelerar los tiempos y evitar nuevas inundaciones traídas por el Monzón (un viento estacional que deposita lluvias intensas en el sudeste asiático) es también el más peligroso, y consiste en atravesar con equipo de buceo una extensa red de unos tres kilómetros de canales y cuevas oscuras sumergidas en agua.
En esa misma red falleció la semana pasada uno de los rescatistas y experto en buceo. Los niños recibieron entrenamiento para bucear en tiempo récord, pero no todos estaban en las mismas condiciones psicológicas y físicas para encarar la evacuación.
El rescate del domingo fue un ensayo que salió bien e incluso se acortaron los tiempos esperados para realizar cada viaje. (Reuters)